El deber de la memoria.
La agenda investigativa sobre la cobertura informativa del conflicto armado en Colombia, 2002-2012*

The Duty of Memory.
The Research Agenda on Media Coverage of the Armed Conflict in Colombia: 2002-2012

O dever da memória.
A agenda investigativa sobre a cobertura informativa do conflito armado na Colômbia, 2002-2012

Camilo Tamayo1, Jorge Bonilla2

1 Universidad de Huddersfield. Reino Unido.
camilotamayogomez@gmail.com

2 Universidad EAFIT, Colombia.
jbonilla@eafit.edu.co

Recibido: 2013-06-24
Envío a pares: 2013-06-30
Aprobado por pares: 2013-07-16
Aceptado: 2013-08-16

*Este artículo retoma los resultados principales de la investigación "Medios, periodismo y conflicto armado. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa del conflicto armado en Colombia, 2002-2012", elaborada por los autores por encargo de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, FNPI, con el auspicio del Grupo Sura y el PNUD.

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Tamayo, C., Bonilla, J. Marzo de 2014. El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa del conflicto armado en Colombia, 2002-2012. Palabra Clave 17 (1), 13-45.


Resumen

El presente artículo ofrece una mirada interpretativa de las principales tendencias que han guiado el estudio sobre la relación entre los medios de comunicación, el periodismo y la confrontación armada en Colombia entre 2002 y 2012. ¿Cuál es la agenda investigativa que la academia, las organizaciones sociales y de periodistas han elaborado sobre esta problemática? El estudio reúne 89 trabajos que se pueden agrupar en tres tendencias principales: las miradas al oficio: riesgos, libertades y garantías para informar en medio del conflicto; las agendas del conflicto: fuentes, lenguajes y públicos de la información, y los escenarios emergentes: (pos)conflicto, víctimas y memoria. El artículo cierra con 12 aprendizajes que resultaron de la interpretación de las tendencias encontradas, y que pretenden propiciar puntos de atención sobre los lugares de mirada del periodismo, la academia y las organizaciones de la sociedad en contextos de conflicto armado.

Palabras clave

Conflicto armado, agenda, medios de comunicación de masas, periodismo. (Fuente: Tesauro de la UNESCO).

Abstract

An interpretative look at the overriding trends in research on the relationship between the media, journalism and the armed conflict in Colombia between 2002 and 2012 is provided in this article. What is the research agenda developed and pursued by academia, civil society organizations and journalists concerning this issue? In attempting to answer that question, the study examines a collection of 89 works that can be grouped into three main trends: considerations on the profession: risks, freedoms and guarantees for reporting in the midst of conflict; the agendas of the conflict: information sources, languages and audiences; and the emerging scenarios: (post) conflict, victims and memory. The article closes with 12 lessons extracted from an interpretation of the trends that were found, and highlights points of concern on the perspectives of journalism, academia and civil society organizations in the context of armed conflict.

Keywords

Armed conflict, agenda, mass media, journalism. (Source: UNESCO Thesaurus).

Resumo

O presente artigo oferece um olhar interpretativo das principais tendências que guiam o estudo sobre a relação entre os meios de comunicação, o jornalismo e o confronto armado na Colômbia entre 2002 e 2012. Qual é a agenda investigativa que a academia, as organizações sociais e de jornalistas têm elaborado sobre essa problemática? O estudo reúne 89 trabalhos que podem ser agrupados em três tendências principais: os olhares ao ofício: riscos, liberdades e garantias para informar em meio do conflito; as agendas do conflito; fontes, linguagens e públicos da informação, e os cenários emergentes: (pós) conflito, vítimas e memória. Este artigo termina com 12 aprendizagens que resultaram da interpretação das tendências encontradas e que pretendem propiciar pontos de atenção sobre os lugares de olhar do jornalismo, da academia e das organizações da sociedade em contextos de conflito armado.

Palavras-chave

Conflito armado, agenda, meios de comunicação de massa, jornalismo. (Fonte: Tesauro da UNESCO).



Introducción

Las miradas investigativas de mediana duración que elaboran mapas de interpretación sobre las complejas relaciones entre los medios de comunicación, el periodismo y el conflicto armado en Colombia -sus tensiones, continuidades, transformaciones y contextos- no crecen como hongos en este país. Estar atentos a las dinámicas que el propio campo periodístico ha generado en torno al rol, la identidad, los modelos profesionales y el tipo de cubrimiento informativo sobre el conflicto armado y los procesos de paz en Colombia es, por lo tanto, una tarea indispensable, no sólo para aprender del pasado sino para imaginar el futuro.

Este trabajo se inscribe en dicha perspectiva. Su propósito es ofrecer una mirada interpretativa de las principales tendencias que han guiado el estudio sobre la relación entre los medios de comunicación, el periodismo y la confrontación armada en Colombia entre 2002 y 2012. ¿Qué asuntos asociados a la cobertura informativa del conflicto armado se ha investigado o reflexionado en el país durante la última década? ¿Cuál es la agenda investigativa que la academia, las organizaciones sociales y de periodistas han elaborado sobre esta problemática? ¿Qué aprendizajes se pueden extraer de estas agendas de investigación de cara no sólo a la cobertura del conflicto armado, sino a los procesos de paz pasados, presentes y futuros?

Para responder a los anteriores interrogantes se llevó a cabo una revisión de textos, artículos, libros, informes, ponencias y memorias de eventos directamente relacionados con las problemáticas de los medios de comunicación, el periodismo y el conflicto armado en Colombia entre 2002 y 2012. ¿Por qué este periodo? Porque esta es la época pos-Caguán, que viene después del fracasado proceso de paz entre el gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002) y la guerrilla de las Farc-EP; porque son los años de la denominada 'Seguridad Democrática' del presidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), con sus procesos de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, y de cambio en la correlación de la confrontación armada a favor de la iniciativa del Estado y sus fuerzas militares, y porque es un periodo en que el péndulo guerra-paz-guerra-paz vuelve a señalar el inicio de un incipiente proceso de paz, esta vez entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos (2010-2014) y la guerrilla de las Farc.

Dos fueron los criterios metodológicos que guiaron la pesquisa. En primer lugar, se buscó información en las universidades y centros de investigación académica que han indagado por el rol de los medios de comunicación y los periodistas en la cobertura del conflicto armado en el país; se acudió a fundaciones, organizaciones y asociaciones relacionadas con la protección, formación y defensa de la libertad de expresión en el país (Fundación para la Libertad de Prensa, Corporación Medios para la Paz, Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, Proyecto Antonio Nariño, Reporteros sin Fronteras, Centro de Competencias en Comunicación, C3, entre otros); se recolectó información de centros de investigación dedicados a estudiar el conflicto armado en Colombia (CINEP, Corporación Nuevo Arco Iris, Fundación Ideas para la Paz, CERAC, entre otros); igualmente, se consultaron documentos elaborados por organizaciones de cooperación multilateral o supranacional (Sistema de Naciones Unidas en Colombia, Fundación Konrad Adenauer, Fundación Friedrich Ebert, entre otros), y se revisaron las memorias de encuentros realizados por organizaciones de la sociedad civil, instituciones del Estado y organismos internacionales en los que se reflexionó sobre el rol del periodismo nacional en la cobertura del conflicto armado interno durante la última década.

En segundo lugar, la búsqueda se concentró en textos que contuvieran, así fuera de manera somera, un acercamiento conceptual o reflexivo al tema, una metodología basada en estudios de caso, trabajos de campo o resultados empíricos, y en la mayoría de los casos -no en todos- una bibliografía mínima. La muestra incluyó reportes parciales o finales de investigación, reflexiones e informes publicados en libros, capítulos de libro, revistas académicas, ponencias y memorias de eventos, la mayoría de ellos disponibles en Internet. En total, se seleccionaron 89 documentos.

El artículo está dividido en dos partes. La primera configura la agenda de investigación sobre la relación medios, periodismo y conflicto armado en el país entre 2002 y 2012 con base en los trabajos encontrados. La segunda parte ofrece 12 aprendizajes que resultaron de la interpretación de las tendencias. ¿Por qué se presentan los resultados en forma de aprendizajes? Porque con esto se pretenden dos cosas. Por una parte, propiciar un diálogo abierto entre los actores inmersos en el campo periodístico para reflexionar sobre los retos y las responsabilidades de los medios de comunicación del país en su tarea de informar sobre el conflicto, la guerra y la paz en Colombia; y por otra parte, hacer visibles algunas continuidades, desplazamientos y rupturas que permitan consolidar miradas de mediana y larga duración en las agendas investigativas de la comunicación y el periodismo en el país.


Las tendencias

Los 89 textos analizados se pueden agrupar en tres tendencias principales. Las miradas al oficio: riesgos, libertades y garantías para informar en medio del conflicto ofrece un recorrido por los trabajos que le toman el pulso al estado de la libertad de prensa en Colombia y que dan cuenta de las iniciativas dirigidas a mejorar la calidad de la información en contextos de confrontación armada. Por su parte, las agendas del conflicto: fuentes, lenguajes y públicos de la información recoge los informes que indagan por las agendas informativas del conflicto, las representaciones mediáticas de los actores allí involucrados y el impacto de la información periodística en los públicos de los medios. Finalmente, los escenarios emergentes: (pos)conflicto, víctimas y memoria reúne los estudios que se preguntan por la responsabilidad de los medios de comunicación en la construcción de futuros escenarios de posconflicto en Colombia, y que abordan los asuntos de agenda periodística a partir de variantes asociadas a la memoria y el relato.


Las miradas al oficio: riesgos, libertades y garantías para informar en medio del conflicto

Esta primera tendencia está conformada por 42 textos. La preocupación principal de este conjunto de trabajos apunta a una doble dirección: las garantías necesarias para ejercer el periodismo y la formación profesional indispensable para enfrentar informativamente tanto a los actores armados como a las geografías del conflicto armado. Se señala que en contextos altamente permeados por la confrontación armada, los periodistas corren un alto riesgo cuando ejercen su profesión, por cuanto suelen ser presionados por el Estado, los actores armados ilegales y por los mismos propietarios de los medios para que no interfieran en asuntos que se pretende mantener ocultos, lejos del escrutinio público, con lo cual suele ser la autocensura la respuesta más común por parte de los periodistas.

A este tipo de preocupaciones pertenecen los informes que desde comienzos de siglo XXI les siguen el pulso a las condiciones en las que se ejerce el oficio periodístico en Colombia, llevados a cabo por la Fundación para la Libertad de Prensa, Reporteros sin Fronteras, el Proyecto Antonio Nariño y la Corporación Medios para la Paz, entre otros. Aquí se incluyen desde los informes periódicos sobre el estado de la libertad de prensa en el país, que incorporan, año a año, los casos puntuales de presiones, amenazas, intimidaciones y estigmatizaciones que atentan contra las libertades y derechos de los periodistas en el país (FLIP, 2002 a 2012), hasta los reportes documentados de estas organizaciones para establecer cómo las escuchas ilegales por parte del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) eran el resultado de un contexto de polarización política y social que estigmatizaba la labor informativa de algunos periodistas críticos con el gobierno de turno (FLIP, 2010; RSF, 2010), pasando por los llamados de atención a la justicia colombiana para que no haya impunidad en los casos de los periodistas asesinados por razones de su oficio (FLIP, 2011) y, en los últimos años, los informes que prenden las alarmas sobre el incremento de procesos judiciales contra periodistas como método de censura (FLIP, 2013).

Aquí también se ubican los informes de la organización Reporteros Sin Fronteras sobre cómo la confrontación armada ha tenido impacto en el libre ejercicio del periodismo en Arauca (RSF, 2002) y en las emisoras indígenas en el Cauca (RSF, 2012), o el trabajo de campo realizado por la Fundación para la Libertad de Prensa sobre la intimidación al ejercicio del periodismo que ejercen las denominadas 'bandas criminales' en la región de Urabá (FLIP, 2012b), así como la investigación llevada a cabo por Medios para La Paz sobre los problemas que tienen que enfrentar los periodistas regionales en Colombia en su labor diaria de informar sobre el conflicto armado (Gómez, Guerrero y Velásquez, 2003; Guerrero, 2010).

Para responder a las problemáticas del oficio periodístico en contextos permeados por el conflicto armado, algunos de los trabajos encontrados advierten que las amenazas que sufren los periodistas son producto de la cobertura informativa polarizada, parcializada y ausente de profesionalismo informativo. Es la tesis de la débil formación profesional como desencadenante de riesgos innecesarios, que no sólo afecta a unos cuantos, sino a la profesión en general, ya que pone a los periodistas como víctimas -otras víctimas- del 'fuego cruzado' de los actores armados (Gómez, Guerrero y Velásquez, 2003; Guerrero, 2008).

Así, se señala que la responsabilidad fundamental de los periodistas es prepararse mejor para entender las causas, los intereses, las transformaciones y las lógicas del conflicto, sus actores y escenarios. Es aquí donde aparecen los estudios, la mayoría auspiciados por organizaciones de periodistas en alianza con centros académicos, cuya finalidad radica en fortalecer tres aspectos del oficio informativo: en primer lugar, formar a los periodistas tanto en la cobertura profesional del conflicto armado (Guerrero, 2008) como en el tratamiento de problemáticas emergentes asociadas al desplazamiento forzado (Herrán, Guerrero , Losada, 2005), la niñez involucrada en la guerra (Sierra, Lozano, Guerrero y Salamanca, 2009), los procesos de verdad, justicia y reparación (Barbeito, 2009), y la producción de la memoria (Rey, 2008), entre otras. A este grupo pertenecen, por ejemplo, las reflexiones motivadas por los cursos -diplomados- de cobertura responsable del conflicto armado realizados por Medios para La Paz, el Programa por la Paz y la Pontificia Universidad Javeriana en varias regiones del país entre 2000 y 2009 (VV.AA., 2006).

Un segundo aspecto consiste en elaborar manuales, estrategias de actuación o recomendaciones puntuales para mejorar las prácticas profesionales en la búsqueda, recolección y producción de la información. Encomendados a reconocidos periodistas o a expertos académicos que acuden al análisis de casos y a situaciones puntuales, estos manuales pretenden, por una parte, brindar elementos de juicio para enfrentar creativamente a las fuentes (León, 2004), para informar responsablemente sobre el conflicto armado (Sierra y Blanco, 2002; Cajiao y Rey, 2003; PNUD, 2003; Guerrero, 2008), o acerca de un actor específico como la infancia (Rey y Bonilla, 2005; Sierra, Lozano, Guerrero y Salamanca, 2009), o sobre el desplazamiento forzado interno (Herrán, Guerrero y Losada, 2005), la justicia transicional (Barbeito, 2009), los acontecimientos que involucran a las fuerza pública (Ruíz, 2004) o los procesos de reparación y producción de la memoria por parte de las víctimas (Uribe, 2009), entre otros; y, por otra parte, afrontar situaciones del oficio mediante el apoyo emocional para superar eventos traumáticos (Giraldo, Roldán y Flórez, 2003; Chinchilla, 2007), la identificación de situaciones de peligro (Rincón y Ruíz, 2002), el fortalecimiento de la independencia de los medios (Cano y Thora, 2006) y la definición de mecanismos de autoprotección para los periodistas (Ronderos, Ruíz y Escamilla, 2003).

Y el tercer aspecto estriba en sensibilizar a los periodistas, editores y directores de los medios sobre la importancia de mantener unos estándares mínimos de calidad profesional a la hora de cubrir informativamente el conflicto armado. A este grupo pertenecen los monitoreos de la información producida por la prensa y la televisión sobre el conflicto armado que fueron llevados a cabo por el Proyecto Antonio Nariño, con el auspicio de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, entre 2003 y 2005 (Rey y Bonilla, 2004; Rey, Bonilla, Tamayo y Gómez, 2005). Combinando el análisis cuantitativo del contenido de las noticias con perspectivas cualitativas como las entrevistas a los periodistas, estos estudios se centraron en el análisis de un año de información, primero de 12 periódicos del país (2002-2003), y luego de 10 noticieros, entre nacionales, regionales y locales (2004-2005), con el fin de examinar valores de calidad periodística relacionados con la precisión, la pluralidad, la diversidad y la veracidad a la hora de informar sobre el conflicto armado. Aquí también se ubica el estudio que realizó la Casa Editorial El Tiempo sobre la manera en que se abordó durante un momento de 2003 el conflicto armado en las páginas del diario, en un informe que al final presenta un manual para efectuar un cubrimiento responsable del conflicto en esta empresa informativa (Cajiao y Rey, 2003).

Finalmente, esta tendencia también recoge aquellos estudios que encaran los dilemas éticos a los cuales se enfrentan los periodistas en momentos específicos de la confrontación armada, entre los cuales vale la pena destacar: las lecciones dejadas por los acuerdos entre periodistas y medios de comunicación sobre qué informar y qué no del conflicto (Serrano, 2006); las percepciones de los periodistas sobre el oficio, las fuentes y los medios para los cuales trabajan (Ortiz, 2002); el tratamiento informativo desequilibrado de las acciones de guerra (López, 2005), y la discusión sobre las consecuencias éticas de ese doble rol de los periodistas que, por una parte, son llamados a integrar misiones humanitarias en procesos de liberación de secuestrados y, por la otra, no dejan de ser periodistas en la medida en que informan in situ de los hechos, poniendo en riesgo, incuso, los resultados de la misión (Arizmendi, 2009).


Las agendas del conflicto: fuentes, lenguajes y públicos de la información

Esta segunda tendencia está conformada por 34 textos. Varios son los ejes de atención que articulan la mirada sobre las agendas. Por una parte, están los trabajos que plantean cómo en situaciones de confrontación armada el normal ejercicio del periodismo se ve alterado por lógicas que responden a una estrategia propagandística por parte de los sectores armados, legales e ilegales. Por otra parte, están los estudios que se preguntan por el lenguaje informativo del conflicto armado, esto es, por las representaciones periodísticas que subyacen en la cobertura de los actores, escenarios, motivaciones y discursos del conflicto. Por último, están los trabajos que proponen modelos de interpretación acaso más teóricos para comprender las agendas de los medios y los públicos de la información, a partir de una mirada de los lugares diferenciados que ocupan los periodistas, los ciudadanos y los guerreros en las esferas públicas del conflicto.

En cuanto a lo primero, hay trabajos que constatan la manera en que los actores intervienen directamente en las agendas del conflicto, diseñando estrategias informativas como parte de su gestión comunicativa. ¿Dónde se informan los medios? Estudios como los de Barón y equipo (2002), López (2003, 2005), PNUD (2003), Betancur (2004), Correa (2006, 2008), Serrano y López (2008) y Tamayo (2008a) llaman la atención sobre las estrategias de gestión de la información y las tácticas discursivas que se llevan a cabo, ya sea por las fuerzas militares, los paramilitares o la guerrilla, para justificar sus acciones en medio del conflicto armado, las cuales por momentos transitan en la delgada línea de la información, la desinformación y la propaganda.

A este grupo se suman miradas que auscultan la manera como los actores armados, tanto legales como ilegales, no sólo han refinado los mecanismos para lograr difundir sus discursos y acciones a través de los medios de comunicación tradicionales, sino que han llevado el campo de batalla virtual a nuevos escenarios tecnológicos como los de la web. Esto es lo que se puede apreciar en los trabajos que plantean cómo gracias a internet los actores armados se han desplazado de ser fuentes de información de otros (los periodistas) a convertirse en emisores de su propia comunicación: estratégica, planeada, ideológica (Cardona y Paredes, 2004; Barón, Martínez, Rodríguez y Wiesner, 2002).

En cuanto a los lenguajes y representaciones del conflicto armado, es posible constatar un interés de la academia por estas dimensiones. Más que por las agendas informativas del conflicto armado, aquí el foco se centra en el análisis retórico, lingüístico y crítico del discurso de los medios de comunicación, o de los propios actores del conflicto a través de la información mediática. Así, trabajos como los de Ayala y Aguilera (2002), Estrada (2004y 2007), Pardo (2005), Borja y equipo (2008), Gutiérrez (2007), Rivera (2007), Barreto y equipo (2009), Gutiérrez y equipo (2010),Jaramillo y Molina (2010), se enfocan en los modos discursivos en que los periodistas y los medios de comunicación producen miradas bien sea militaristas, deslegitimadoras o estereotipadas de las identidades de los actores armados, el oponente, el desmovilizado, el reinsertado, lo 'no oficial', los acuerdos humanitarios, el Plan Colombia, las movilizaciones ciudadanas o las víctimas, que terminan atizando más la guerra que las posibilidades de la paz.

Otros estudios se preguntan por las relaciones entre las agendas periodísticas del conflicto armado y la relevancia informativa, a partir de casos específicos de estudio. Por ejemplo, Bonilla (2004b), Yarce (2004), Castellanos (2011) y Reyes (2011) se concentran en un actor en particular, los paramilitares, para indagar por la manera como se llevó a cabo el denominado 'proceso de desmovilización paramilitar', la relación de este proceso con los medios de comunicación y las representaciones mediáticas producidas sobre este fenómeno. Rodríguez (2012), por su parte, examina la información publicada por el diario El Tiempo sobre las ejecuciones extrajudiciales -los llamados 'falsos positivos'-. La autora cuestiona el hecho de que las estructuras periodísticas (el estilo de escritura, la longitud del artículo y los valores tradicionales de construcción de una nota periodística) pueden limitar la exposición de los testimonios de las víctimas y plantea los desafíos que deberán afrontar los contenidos informativos con respecto al tratamiento de las víctimas de la violencia, mientras que Moreno (2009) analiza la representación del relato periodístico sobre la masacre de El Salado, en un estudio en el que se señala el apego del discurso periodístico a las fuentes oficiales y la precariedad de las voces de las víctimas en el relato informativo.

Aquí también se pueden ubicar algunos trabajos que, aunque tienen una intención más periodística, también abordan el lenguaje informativo sobre asuntos del conflicto armado. Nos referimos a los trabajos de Rincón y Ruiz (2002) sobre el contexto en medio del cual ejercen su trabajo los periodistas y al análisis de los casos de Guaitarilla y Cajamarca (Ruiz, 2004), en donde los autores brindan una caja de herramientas para enfrentar una historia periodística, trazarse un plan de ruta adecuado con las fuentes de la información y, por supuesto, mejorar el cubrimiento de los hechos.

En cuanto a las aproximaciones a la esfera pública de la confrontación armada, como vía para comprender las agendas del conflicto, Bonilla y Montoya (2004) sostienen que en contextos donde la seguridad del Estado está amenazada, los esquemas de censura legal/formal son contraproducentes para lograr el consenso social de los medios de comunicación y los periodistas a favor del Estado, por lo que se requerirá de otras maneras más sutiles de tramitar el consentimiento de los medios y la opinión pública. Al analizar el papel de los medios en los primeros años del gobierno de Álvaro Uribe, Bonilla (2004) advierte que existe una política de 'cero visibilidad del horror', un llamado constante a los medios para que definan 'de qué lado están' y una presencia activa en la esfera pública de unos 'públicos fuertes' que permanentemente invocan la 'cero tolerancia' hacia las visibilidades del conflicto armado.

En esta misma dirección, hay trabajos que llaman la atención sobre las ambivalencias de los regímenes de visibilidad del conflicto armado en Colombia. A partir del análisis de tres hechos de guerra que alteraron la dimensión comunicativa del conflicto -las pruebas de supervivencia de los secuestrados por las Farc, el operativo militar contra alias 'Raúl Reyes' y las circunstancias en que murió alias 'Iván Ríos' (Tamayo, 2008b)- o de la revisión de los debates políticos y periodísticos generados por la denominada parapolítica (Tamayo, 2007b), estos estudios plantean la existencia de una esfera pública altamente permeada por el clima de opinión y las estrategias comunicativas de los actores políticos y militares con capacidad de vincular simbólica e ideológicamente a la sociedad.

Otro estudio en esta perspectiva es el realizado por Montoya (2011) sobre tres incidentes que marcaron la agenda informativa nacional, particularmente en lo relacionado con la política de intervención de los Estados Unidos en Colombia: el asesinato por parte de las Farc de tres indigenistas estadounidenses en 1999, el escándalo por tráfico de cocaína protagonizado por un agregado militar de la embajada de los Estados en Unidos, también en 1999, y el secuestro de tres contratistas norteamericanos a manos de las Farc en 2003. La autora examina estos tres incidentes en la agenda informativa del diario El Tiempo y los ubica en una perspectiva teórica que permite comprender cómo en la esfera pública hay eventos disruptivos (event-driven news) cuya fuerza dramática, riqueza informativa, ausencia de control y planeación previa, suelen interrumpir la influencia de las élites sobre los medios de comunicación, dando oportunidad a que actores no oficiales compitan con sus puntos de vista.

Finalmente, están los trabajos que han incursionado en la problemática del conflicto armado interno examinando, por una parte, los procesos de recepción de noticias de guerra y paz llevados a cabo por públicos televidentes de cuatro ciudades del país (Barón, Valencia y Bedoya, 2002; Barón, Bedoya, Díaz, Rodríguez y Valencia, 2004), y, por la otra, el papel que las nuevas tecnologías, como Internet, están jugando en las 'batallas' virtuales por ganarse las mentes y los corazones de la población (Barón, Martínez, Rodríguez y Wiesner, 2002). Así, los primeros estudios señalan la existencia de unas audiencias de los medios que 'no tragan entero', puesto que contraponen desconfianza, escepticismo y resistencia -no sólo aceptación- a los mensajes de los medios; sin embargo, para estas audiencias el discurso periodístico es importante porque les provee de información para conocer el estado del conflicto, así sea desde relatos fragmentados y discontinuos (Barón, Bedoya, Díaz, Rodríguez y Valencia, 2004), mientras que los segundos muestran la tensión que existe entre unas promesas democratizadoras de Internet y la ocupación táctica de ésta por los actores armados, lo que hace difuso el 'pacto de lectura' entre productores y receptores para asumir la red como lugar de deliberación pública y no de uso propagandístico. Aquí se ubica un trabajo pionero sobre los estudios de recepción de los sitios web, que se aproxima al modo en que un grupo de internautas en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla interactúan con a las páginas web del ejército, la guerrilla y los paramilitares, observando allí modalidades de interpretación dominante, negociada u oposicional (Barón, Martínez, Rodríguez y Wiesner, 2002).


Los escenarios emergentes: posconflicto, víctimas y memoria

Esta tercera tendencia reúne 13 textos e indaga por la responsabilidad de los medios de comunicación en la construcción de escenarios futuros de reconciliación y posconflicto, por los roles del periodismo y la sociedad civil en la producción de la memoria histórica del país y por los actores, asuntos y relatos de la agenda mediática que no responden a los cubrimientos habituales del periodismo nacional.

Lo interesante de esta tendencia es que opera como un momento de quiebre que se inicia a partir de 2008 con los estudios realizados hasta ese entonces sobre las relaciones entre el periodismo, los medios de comunicación y el conflicto armado. ¿En qué consiste este quiebre? Básicamente en la necesidad de vislumbrar, también desde el periodismo, las demandas de la memoria, en especial de las víctimas. Nos referimos a las demandas de verdad, justicia, reparación y no repetición de los hechos violentos, que en este caso se asumen desde una perspectiva que combina la narración, el periodismo y la comunicación.

¿Qué retos le depara al periodismo un escenario de posconflicto? Trabajos como los de López (2006), Sierra (2008) y González (2008) advierten que la discusión sobre el posconflicto en Colombia está irremediablemente contaminada por la dinámica propia del conflicto armado que aún sigue activo y sin resolverse. Para Sierra (2008), mientras que en otros países el posconflicto es un proceso posterior a la confrontación armada y con las partes encaminadas hacia la reconciliación (o con una de ellas derrotada), en Colombia esto no es claro, lo cual plantea a los periodistas un reto: empezar por clarificar de qué situación se trata, hasta dónde involucra o no nuevos elementos y si, en efecto, puede hablarse -en qué términos y bajo qué responsabilidades- de 'posconflicto'.

A esta preocupación se le une un documento publicado por la Fundación Ideas para la Paz y la revista Semana (2008) en el que se afirma que en los procesos de transición, luego de violaciones masivas a los derechos humanos, es fundamental la creación de condiciones institucionales básicas para que pueda aflorar una visión amplia de la verdad que refleje la historia de abusos y violencias del pasado. La conclusión de este texto es que los medios de comunicación y la sociedad civil desempeñan un papel fundamental en los procesos de justicia transicional, no sólo porque contribuyen a develar la verdad que otros mantuvieron oculta, sino por su labor de contextualización y seguimiento de los hechos.

Precisamente en esta dirección se inscribe un grupo de trabajos cuyo interés consiste en analizar los actores, temas o dinámicas del conflicto armado que no pasan necesariamente por la agenda central de los medios de comunicación. Propuestas acerca de cómo informar responsablemente sobre el desplazamiento forzado interno (Herrán, Guerrero y Losada, 2005) o sobre los asuntos relacionados con la vinculación de niños, niñas y jóvenes a las dinámicas del conflicto armado interno (Sierra, Lozano, Guerrero y Salamanca, 2009), o las reflexiones sobre cómo abordar periodísticamente los asuntos de la justicia transicional (Barbeito 2009), son ejemplos de iniciativas llevadas a cabo por organizaciones de la sociedad civil y de periodistas en su esfuerzo no sólo por mejorar la calidad de la información (lo que ya se vio en la primera tendencia de este informe), sino por constituir espacios de reflexión social, deliberación y debate público sobre estos temas que, en la gran mayoría de las veces, se manejan con poca profundidad, contexto o análisis en las agendas informativas de los medios de comunicación.

¿Cómo y desde dónde hacer visibles las memorias de las víctimas? A esto se refiere, por ejemplo, el documento elaborado por el Área de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reconciliación y Reparación (Uribe, 2009), en el cual se presenta una tipología de iniciativas de construcción de la memoria (especialmente desde grupos de víctimas y de organizaciones sociales), con sus fundamentos comunicativos, políticos, sociales, organizativos e identitarios, y sus aportes en la demanda de la restitución de derechos en la esfera pública. Es la pregunta que también pretende responder Bonilla (2011) cuando plantea que para avanzar en la superación de los traumas sociales dejados por las violencias es necesario transitar de las voces oblicuas de las víctimas a las palabras públicas de los ciudadanos mediante la combinación de la razón y la emoción, lo político y lo simbólico. Según el autor, este es un tránsito impostergable, ya que muestra que la verdad, la justicia y la reparación también transitan los lugares del afecto, el ritual y la conmemoración, allí donde se articulan los ámbitos de lo doméstico-familiar-subjetivo con agendas, conversaciones y discusiones más amplias, más ciudadanas, más colectivas.

Se trata de un interrogante que, por supuesto, apuntala otra dimensión fundamental de la memoria, que es la narración. Es allí precisamente donde se instalan las reflexiones de Morris (2005), Rey (2008), Rodríguez (2008) y Franco, Nieto y Rincón (2010). Para estos autores la narración se asume como una estrategia de constitución de subjetividad y colectividad, de producción de conocimiento y memoria, de juegos de seducción o conexión. Según estas miradas, el conflicto armado se ha relatado mucho, pero se ha relatado mal (Rey, 2008), por lo que el reto no es narrarlo desde miradas tradicionales (eso lo hacen los medios de comunicación que acompañan el presente de las guerras), tampoco de comprender a los victimarios (ellos sólo saben matar y escribir leyes y libros para justificarse), ni de saber la miseria y el sufrimiento de las víctimas (hay muchas organizaciones sociales que hacen muy bien este trabajo), sino que se trata de que los sobrevivientes de esta guerra cuenten sus historias, pero las que ellos quieren, las que les provean de dignidad e ilusión para seguir resistiendo/ viviendo, que promuevan una cultura de paz y que los restituya simbólicamente en medio del conflicto.

De ahí que para algunos de los textos el reto de la cobertura informativa consiste en hacer visibles las voces y los rostros de las mayorías nacionales que día a día se esfuerzan por superar, de manera pacífica y creativa, los conflictos sin acudir a la violencia (Morris, 2005; Franco, Nieto y Rincón, 2010). Según esto, uno de los aspectos que es necesario trabajar con los periodistas es la cultura política y profesional que subyace en sus modos de ver la realidad, de manera que sea posible ensayar otros criterios informativos en los que la paz -la cultura de la paz- adquiera visibilidad como un asunto de interés público. ¿Cómo? Dándole densidad a la deliberación política, fortaleciendo el uso público de la razón y reconstruyendo narrativas que activen la memoria y la reconciliación (Barreto, Borja, Serrano y López, 2009; Rodríguez, 2012).

Para finalizar, en los escenarios emergentes del (pos)conflicto aparecen también los trabajos sobre los medios de comunicación comunitarios como lugares estratégicos desde donde se realizan experiencias para reconstruir el tejido social después del paso de la guerra, enfrentar la soledad y tejer confianza en la vida pública. A este grupo pertenece, por ejemplo, el libro Lo que le vamos quitando a la guerra. Medios de comunicación comunitarios en contextos de conflicto armado en Colombia, editado por Clemencia Rodríguez (2008). Los textos que conforman este libro contienen varios aportes: primero, que con otras narrativas mediáticas, más locales y más colectivas, se puede hacer contrapeso a las historias oficiales que se quieren establecer como legítimas en el país; segundo, que es posible observar nuevas dimensiones de la ciudadanía gracias a estos ejercicios comunicativos y expresivos en lo regional y local; tercero, que es indispensable revertir las maneras como se elabora la visibilidad 'del otro' (la víctima, el desplazado, el campesino, el afrocolombiano, el desarraigado).


Los aprendizajes

A continuación se expondrán 12 aprendizajes que apuntan a señalar los factores derivados y las lecciones aprendidas que dejan estos estudios para el ámbito de los medios de comunicación y el periodismo. ¿Han incidido estas agendas investigativas en las prácticas profesionales y en las rutinas de producción de la información sobre los asuntos del conflicto armado en el país? De ahí que los aprendizajes hayan sido múltiples. Desde aquellos que señalan los aciertos y las falencias directamente relacionadas con el ejercicio periodístico como tal en medio del conflicto armado, hasta los que hacen visibles cuestiones más asociadas a los tipos de agendas informativas construidas a lo largo de los últimos diez años o a las repercusiones directas de las estrategias comunicativas llevadas a cabo por parte de los actores del conflicto para incidir en la esfera mediática.


1. La constitución de un campo de estudios

El primer aprendizaje que deja esta revisión documental es la constatación de que existe un campo de investigación preocupado por analizar -y también intervenir- en las garantías, los derechos, los contenidos, las rutinas, las prácticas y las responsabilidades que enfrentan los periodistas nacionales, regionales y locales en el reto de informar con calidad sobre el conflicto armado en Colombia. En este campo no sólo confluyen sus directos implicados (las empresas informativas o los periodistas), sino que se ha abierto a la presencia de otros actores sociales (academia, centros de investigación y organizaciones de periodistas, entre otros) que también suelen intervenir en el debate público sobre el rol que tienen los medios de comunicación en la configuración de agendas informativas sobre la guerra y la paz.


2. El conflicto armado no paralizó

La búsqueda por generar acuerdos de calidad informativa sobre el tema del conflicto armado en momentos particulares, la promoción de la libertad de expresión y prensa en sus posiciones editoriales, la participación en espacios de discusión sobre su labor y la adherencia a pactos internacionales de transparencia y ética profesional, entre otros, ofrecen como resultado un aprendizaje muy importante: la intención por parte de algunos medios de comunicación pero, sobre todo, del grueso de las organizaciones que propenden por la protección y formación de los periodistas por reflexionar sobre su rol informativo en medio del conflicto, de mejorar sus prácticas periodísticas y contribuir a una información de calidad. Pese a todo, durante estos años, el conflicto armado no paralizó ni la reflexión, ni el debate, ni la investigación.


3. Formarse para mejorar las prácticas periodísticas

¿Qué tanto ha incidido este campo de investigación e intervención arriba señalado en las prácticas profesionales y en las rutinas de producción de la información sobre los asuntos del conflicto armado en el país? Si bien es difícil responder esta pregunta por el tipo de revisión documental adelantada, aquí el aprendizaje apunta a la manera en que la capacitación no formal se ha convertido en un escenario fundamental para perder miedos, aprender lenguajes, construir alianzas, adquirir conocimientos, renovarlos y multiplicarlos. En la agenda investigativa de la última década hay una presencia de procesos de formación en los que han jugado un papel importante organizaciones sociales y de periodistas de carácter regional, nacional e internacional que ofrecen acompañamientos y abren miradas; hablamos de esos procesos de formación en los que los periodistas han encontrado el valor de aprender juntos, de aprender haciendo y de hacer aprendiendo, fortaleciendo la noción de que las buenas prácticas no sólo nacen, también se hacen. Se trata de un aprendizaje que, por lo demás, ha entrado a formar parte de las discusiones sobre los valores de calidad periodística que deben guiar el ejercicio informativo en Colombia.


4. Cuando académicos y periodistas se encuentran

Si se revisan algunos de los trabajos analizados -que no son pocos- se puede constatar un novedoso aprendizaje que involucra tanto a académicos como a periodistas. Si bien algunos de estos estudios fueron realizados por académicos, la suya fue una investigación en estrecha relación con las organizaciones de periodistas. Esto, por supuesto, desplaza la mirada del profesor con ambos pies en la universidad al consultor o asesor con un píe en la universidad y el otro en una relación estrecha con organizaciones orientadas a la protección y formación de periodistas. Nos referimos al académico que realiza investigaciones en tiempos cortos, que participa en procesos de formación con los periodistas fuera de las aulas universitarias y que suele terminar sus productos investigativos traduciéndolos a manuales y recomendaciones prácticas. Pero también esto alude al periodista: aquel que tiene un pie en la sala de redacción y el otro en un terreno más académico, más pedagógico. Nos referimos al periodista que participa en talleres de formación, que escribe manuales y guías prácticas para sus colegas y que reflexiona sobre el ejercicio profesional con la autoridad que le confiere ser referente de otros por la calidad, creatividad y responsabilidad con la que ha asumido su labor.


5. La academia no es la única que investiga

En cuanto a los lugares de la investigación-reflexión-formación, es posible afirmar que a las universidades les ha salido un par de competidores o, mejor, una institucionalidad complementaria en el estudio de los medios, el periodismo y el conflicto armado. Nos referimos, por una parte, al protagonismo investigativo que en la última década han asumido organizaciones y asociaciones relacionadas con la protección y formación de periodistas y con la defensa de la libertad de expresión en el país, que han incursionado en procesos de investigación y capacitación de los periodistas colombianos en los temas del conflicto armado, la paz, los derechos humanos y la justicia transicional, entre otros. Por otra parte, a la presencia de organizaciones de la sociedad civil cuyo eje de interés apunta menos al periodismo o al análisis del lenguaje y más hacia el empoderamiento comunicativo de comunidades desde el relato, la memoria y la conversación cotidiana.


6. Preocupaciones comunes, agendas distintas

Ahora bien, mientras la academia suele enfocarse en los estudios del lenguaje de los medios, en las representaciones del discurso periodístico o en los contenidos de las noticias para observar allí las huellas del conflicto armado, las organizaciones de periodistas centran la mirada en el ejercicio de la profesión, en el estado de la libertad de expresión y en el mejoramiento de la calidad de la información. Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil lo hacen focalizando la mirada en los medios comunitarios y en los relatos producidos por las comunidades en contextos locales y regionales de la confrontación.


7. Ser cajas de resonancia

Las relaciones que han establecido en la última década los medios de comunicación con las fuentes oficiales con poder político y militar en Colombia puede ser descrita como de una simbiosis competitiva (Wolfsfeld, 1997), pues cada uno depende en cierta medida del otro para lograr cumplir sus objetivos comunicativos. Las fuentes oficiales de carácter gubernamental dependen de los medios y los periodistas para hacer pública una información estratégica sobre la paz o la guerra y, de igual manera, los medios dependen de las fuentes oficiales del gobierno para confirmar, convalidar u obtener información necesaria para sus relatos periodísticos. Un aprendizaje que se desprende de esto -y lo confirman los estudios- es que hay casos en que los periodistas han cedido espacios de independencia informativa con el fin de garantizar su acceso a información privilegiada por parte del gobierno, provocando con esta situación una cierta instrumentalización de los medios como 'cajas de resonancia' de los intereses gubernamentales, en contravía del interés público de recibir información con contraste o con mayores puntos de vista.


8. Informar no es 'cerrar filas'

Otro aprendizaje que se desprende de este corpus de trabajos es observar cómo la dinámica del conflicto armado genera en los medios de comunicación (en momentos particulares) un alto nivel de consenso social en sus agendas informativas en torno a asuntos que afectan especialmente a la sociedad civil. Cuando hay discusiones públicas sobre temas muy sensibles relativos al conflicto armado (reclutamiento de menores, secuestros, respeto a los derechos humanos, la representación mediática de la infancia, entre otros) los medios de comunicación tienden a un 'cierre de filas' informativo en procura de generar consensos sociales, lo que puede ir en contravía del rol critico o independiente que deben tener los periodistas en una democracia.


9. Los periodistas no son los únicos que informan

En contextos de confrontación armada los actores involucrados desarrollan estrategias informativas que les permiten realizar un doble ejercicio: por una parte, crear un ambiente político positivo hacia las acciones que desarrollan en medio de la confrontación armada y, por la otra, tomar el control sobre los eventos y el flujo de información asociado a la paz y la guerra. En este punto, uno de los aprendizajes que se puede obtener es que los periodistas no son los únicos agentes con capacidad informativa. Los periodistas y los medios están involucrados en complejas relaciones de desigualdad, consenso, censura, control, oposición, autonomía, independencia o subordinación con otros agentes con capacidad comunicativa -individuos, grupos e instituciones-, quienes a su vez luchan no sólo por acceder y hacerse visibles o invisibles en la esfera pública sino también por controlar, callar y administrar la información en tanto recurso escaso y estratégico para la gestión político-militar del conflicto armado. De ahí el gran número de trabajos dedicados al estudio de la desinformación y la propaganda.


10. Tecnologías para ayudar a comprender

Otro aprendizaje que se puede dilucidar a partir de esta agenda investigativa es la oportunidad con la que cuentan ahora los periodistas colombianos para informar más eficazmente sobre el conflicto armado usando los recursos que brindan las redes sociales (en especial sitios de microblogging como Twitter), los cuales permiten explorar otros caminos de visibilidad publica, mediática y de participación ciudadana para construir los relatos periodísticos. De la misma manera, el uso de plataformas tecnológicas de mapeo virtual para identificar o visualizar información de interés público (como Ushahidi o Crowdmap) puede ayudar al acceso de la información desde el punto de vista de la sociedad civil en momentos de 'cierres informativos' por parte de las tradicionales fuentes de información. En suma, este aprendizaje se deriva de las contemporáneas formas a las cuales está acudiendo el periodismo actual para construir información, en las cuales las nuevas tecnologías (en especial Internet) son cruciales para generar mayores relaciones e interconexiones entre las esferas públicas, las esferas virtuales y las agendas políticas e informativas. Los estudios por venir deberían ocuparse más de estos escenarios emergentes.


11. Democratizar la mirada

Otro de los aprendizajes que de aquí se desprenden apunta a una doble dimensión. Por un lado, es importante no renunciar a la generación de una oferta informativa más amplia, diversa y pluralista que logre presentar los distintos puntos de vista involucrados en las dinámicas del reconflicto armado y en las posibilidades de su resolución, pues esto puede ayudar a generar condiciones favorables en la opinión pública sobre la inutilidad de la guerra. Por otro lado., es fundamental que la academia también amplíe la mirada de su objeto de estudio yendo más allá del análisis de lo que conforma la corriente principal de los medios -el mainstream mediático- para explorar ese otro universo de 'nuevos/viejos' medios de carácter comunitario, ciudadano, alternativo, algunos de ellos ahora en plataformas digitales, pues por allí están pasando otras narrativas, otros actores, otras miradas del conflicto armado y de las posibilidades de la paz en el país.


12. Trascender el conflicto, dignificar a las víctimas

El último aprendizaje pasa por el terreno de los futuros escenarios que se vislumbran para Colombia en los próximos años y cómo es imperante empezar desde ahora a construir historias y relatos mediáticos desde el punto de vista de las víctimas para dignificarlas simbólicamente. Ahora, ¿es posible 'desconflictivizar' paulatinamente la agenda investigativa sobre los medios y el periodismo, no para que el conflicto armado quede atrás, sino para enfrentarlo desde una condición ciudadana, creativa y comprensiva? En este sentido, algunos de los estudios revisados apuntan a una lectura del conflicto conjugando problemáticas como la memoria, la justicia, el relato y la participación ciudadana, entre otros factores, que se asumen como derechos y garantías de no repetición y construcción deseable de futuros.



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