Fragmentación de audiencias en una sociedad multicanal: gustos y preferencias de adolescentes en Bogotá
Recibido: 19/10/2007
Aceptado: 12/05/2008
Germán Arango-Forero1
Comunicador social-periodista. Director del Programa de Comunicación Audiovisual y Multimedios. Universidad de La Sabana, Chía, Cundinamarca, Colombia. german.arango@unisabana.edu.co
Resumen
La penetración de la televisión por suscripción en el país ha encontrado en los jóvenes y adolescentes un público preferencial en cuanto a aceptación y consumo de los canales de pago, especialmente en ofertas de orden temático, que han comenzado a amenazar seriamente la tradicional hegemonía que han venido ostentando los canales privados nacionales. Conocer los hábitos de consumo y las preferencias de contenidos de los jóvenes, en un ambiente de sobreoferta televisiva, es el propósito principal de esta investigación, que ha terminado su primera fase investigando a adolescentes estudiantes de colegio que residen en Bogotá.
Palabras clave: televisión, audiencia, adolescentes, consumo, identidad, medición de audiencia. (Fuente: Tesauro de la UNESCO).
Audience Fragmentation in a Multichannel Society: The Tastes and Preferences of Adolescents in Bogotá
Abstract
The penetration of pay television in Colombia has found favor among adolescents with respect to acceptance and consumption of subscription-based television channels, particularly on certain subjects. These channels have begun to seriously threaten the power enjoyed traditionally by private domestic channels in Colombia. Knowing the consumption habits and content preferences of young people in a television market with an excess supply is the primary objective of this study. The fi rst phase, which is now complete, focused on adolescents who live in Bogotá and attend private schools.
Key words: Television, audience, adolescents, consumption, identity, audience rating.
Introducción
La industria de la televisión en Colombia ha experimentado
grandes cambios e innovaciones
durante los últimos doce años. Desde su implementación
en 1954, y durante cuatro décadas,
la oferta estuvo basada en dos canales nacionales
públicos operados por programadoras comerciales,
y desde 1970 un tercer canal público
estatal (antes Canal Once hoy Señal Colombia)
de variada programación con fi nes de información,
educación y entretenimiento. Durante este
periodo también se intentaron consolidar frecuencias
de carácter local pero no tuvieron la
suficiente continuidad.
En 1995, año en que entró a operar la Comisión Nacional de Televisión, el acceso en el país incluía solamente tres canales oficiales, dos de ellos de carácter comercial, cinco canales regionales y nueve cable-operadores legalmente reconocidos.
De acuerdo con los registros oficiales de la CNTV, a diciembre de 2006 la oferta incluía dos canales privados de cubrimiento nacional, un canal nacional ofi cial operado por programadoras comerciales, dos canales nacionales programados por el Estado, un canal local privado para Bogotá, ocho canales públicos regionales, 41 canales locales sin ánimo de lucro (7 de ellos operados por universidades), 69 compañías decable operadores, una de televisión satelital (hoy son tres con el ingreso de Telefónica-Telecom y Elite Entertainment televisión), 106 canales operados por comunidades locales y 767 distribuidores de señales incidentales.
En doce años, el crecimiento de canales y frecuencias
en Colombia ha traído consigo una
mayor oferta de programación que se ha visto
sensiblemente incrementada, además, por la
ascendente penetración que ha experimentado
la televisión por suscripción en el país. Según
cálculos de la ofi cina de planeación de la subdirección
administrativa y fi nanciera de la Comisión
Nacional de Televisión (CNTV), en el año
2000, 842.538 hogares contaban con servicio de
televisión por suscripción (cable o satélite). Para
junio de 2006 la cifra aumentó a un 1’409.384
usuarios del servicio, y un año después la CNTV
fijó la cifra de abonados al sistema de televisión
de pago en 1,78 millones.
La Encuesta Continua de Hogares (ECH) realizada
por el Departamento Nacional de Estadística
(DANE), en el tercer trimestre de 2005, incluyó
un módulo dedicado a la televisión. Hasta
el momento se trata del estudio más representativo
del sector, con una cobertura de 16 ciudades
y una muestra de 126.152 personas, en 32.485
hogares, para un universo de 20’550.674 personas.
De acuerdo con el estudio, en 2005 el 43,3
por ciento de los 5’138.474 hogares estimados
en el país recibían señal de televisión por medio
del sistema de suscripción, frente a un 48,1 por
ciento que sintonizaba señales sólo mediante
antena aérea.
El Estudio General de Medios (EGM) del primer
semestre de 2007, realizado por la Asociación
Colombiana para la Investigación de Medios
(ACIM), estimó la penetración de la televisión
cerrada (por suscripción) en un 71,5 por ciento
de los hogares, siendo Cali el centro urbano conmayor cobertura, con el 90,2 por ciento, y Villavicencio el de menor con el 35,3 por ciento. El EGM 2007-I confirmó igualmente, entre jóvenes y adolescentes, el nivel de preferencia por contenidos temáticos relacionados con deportes, entretenimiento y películas.
Entre los principales resultados de la encuesta (ECH) aplicada por el DANE en 2005 se evidencia también un fenómeno de fragmentación en términos de preferencias en el consumo de la televisión. Si bien en el consolidado los canales privados nacionales (RCN y Caracol) conservan los mayores índices de sintonía, verifi cados en los indicadores diarios de rating publicados por la firma Ibope, la penetración de las demás ofertas es evidente a nivel de canales locales y regionales, especialmente fuera de Bogotá, pero lo es aún más la creciente demanda de programación relacionada con canales internacionales temáticos, ofrecidos en el modelo de televisión por suscripción y hoy convertida en opción importante para los televidentes colombianos, especialmente entre jóvenes, adolescentes y niños.
Enfoque del estudio
En este complejo escenario actual de ofertas y demandas, establecer los gustos, hábitos, rutinas y preferencias en el consumo de televisión por parte de la audiencia en general, y de los jóvenes y adolescentes en particular, se convierte en un instrumento útil para determinar cuáles son las tendencias en el comportamiento de los consumidores del mercado audiovisual colombiano, teniendo en cuenta además el crecimiento que el sector continúa proyectando en nuestro país, y la implementación de nuevas tecnologías de teledifusión y telecomunicación en el futuro cercano.
La investigación, cuyos resultados en la primera etapa se presentan en el presente artículo, se insertacomo un punto de enlace entre los estudios
de carácter estrictamente comercial, que priorizan
indicadores cuantitativos y perfi les de consumo
con el fin de medir y garantizar audiencias
para programas y campañas comerciales,
y aquellos estudios centrados en el análisis de
géneros y formatos audiovisuales, que buscan
medir los efectos que los contenidos pueden tener
sobre los públicos.
Umberto Eco hizo evidente la transformación de
la paleotelevisión a la neotelevisión en los años
ochenta, cuando el color, la privatización, la comercialización,
la hibridación de géneros y los
nuevos formatos transformaron la concepción
tradicional de una televisión en blanco y negro,
monopolizada, predominantemente de servicio
público en Europa, y con una audiencia caracterizada
por la pasividad frente a los contenidos.
Hoy la clasifi cación de Eco también se queda
corta frente a los retos que ofrece lo que Ignacio
Ramonet llama postelevisión, caracterizada por
la interacción con mundos de convergencia interactiva
y multimedia a escala planetaria, cuyos
efectos sobre los individuos y las sociedadesreclaman
una permanente revisión y estudio.
En este ambiente resulta importante conocer
cuáles son los hábitos y preferencias de consumo
frente a los adelantos de los últimos años
en materia de teledifusión, telecomunicaciones
y nuevas tecnologías de información y comunicación,
que construyen un perfil claramente
diferenciado del televidente tradicional. Cómo
construir el perfi l de lo que Omar Rincón (2007)
denomina “hipervidentes”, cuáles son sus respuestas
y expectativas frente a los accesos que
las tecnologías ofrecen hoy y los cambios que
prometen para las implementaciones del mañana,
como por ejemplo, el sistema de televisión
digital que revolucionará las relaciones entre el
medio y el usuario.
En este escenario, los adolescentes y los jóvenes
son objeto de estudio interesante de analizar por
su fácil adaptación y respuesta a los cambios,
por su permanente deseo de exploración, clasificación y decantación del medio, y porque son
ellos hoy los adultos consumidores de mañana, y
quienes guiarán a sus hijos en el establecimiento
de unos criterios para el consumo del medio
televisivo, acordes con un ambiente de convergencia
y de múltiples cambios e innovaciones.
Marco teórico de la investigación
El infrenable crecimiento en la oferta de televisión,
y los cambios tecnológicos que el sistema
televisivo ha experimentado durante los últimos
veinte años han generado una compleja reclasificación y redefi nición de las audiencias. La manera
como éstas responden a contenidos cada vez
más especializados ha signifi cado, de paso, un
reto permanente para los sistemas de medición,
cuantitativa y cualitativa, de los televidentes.
De aquellos años en los que la televisión fue
declarada el medio masivo por excelencia, con
millones de teleespectadores frente a una, o a
lo sumo varias ofertas de programación, hemos
migrado a escenarios que refieren, aunque aún
pueda parecer exagerado, a un tratamiento personalizado
entre el medio y el receptor.
Este nuevo panorama genera, en consecuencia,
minuciosos seguimientos en los sistemas
de medición, que no solo fi jan nuevas tendencias
sobre hábitos de consumo sino que también
buscan respuestas, y reacciones, cada vez más
particulares y específi cas ante los contenidos
(Webster, 2005).
Casos excepcionales, como la final de un campeonato
mundial de fútbol, o los Juegos Olímpicos,
o el Superbowl, o la entrega de los premios
Oscar, en donde la teleaudiencia sigue siendo
medida en cientos, incluso en miles de millones,
sólo consiguen confi rmar la regla (González y
Prieto del Pino, 2006).
La medición de audiencias es tan antigua como
la aparición misma de la televisión. Su consolidación
como medio y como industria se produce
en los años cincuenta en Estados Unidos y Europa,
en tanto que en Latinoamérica se convierte
en la gran novedad mediática que comienza
a competir con el imperio reinante que hasta
el momento tenía la radio. Una vez liberado el
medio de aquella acusación burlesca de no ser
más que “radio con imágenes”, y de haber iniciado
la exploración de sus propios lenguajes y
sus propias estructuras narrativas, firmas como
Nielsen (1949) aplicaron las primeras encuestas
de opinión para conocer las respuestas de los televidentes
frente a las ofertas de contenidos.
Sin importar la naturaleza pública o privada de
la televisión, la teleaudiencia comenzó a ajustar
sus preferencias de consumo alrededor de dos
grandes categorías de programación: información
(realidad) y entretenimiento (fi cción). Categorías
que en la década de los ochenta (en el
análisis realizado por Umberto Eco y sintetizado
en el concepto de la neotelevisión) comenzaron
a diluir sus fronteras para dar paso a una hibridación
de contenidos que hoy hace todavía más
compleja la clasificación de la programación.
Hace solamente treinta años, cuando la consolidación del medio era tan inobjetable como su poder de infl uencia en los públicos, en Estados Unidos las tres grandes cadenas (ABC, CBS y NBC) copaban el 90 por ciento de la teleaudiencia en la franja prime time (Veronis, 1994). Panoramas similares de concentración se vivían en casi todo el resto del mundo, por cuanto el acceso a las pocas alternativas de carácter local, nacional e internacional facilitaba la condición homogeneizadora de la televisión.
Desde la consolidación de la televisión como
industria, la medición y el conocimiento de las
audiencias generó su segmentación, lo que permitió
a los canales de carácter comercial acomodar
una parrilla de programación ajustada a unas
franjas, considerando los hábitos y la disponibilidad
de consumo, tanto frente a horarios como
frente a contenidos.
El deseo por medir el impacto de los programas
alimentó igualmente el interés de anunciantes
y publicistas para orientar sus campañas. Los
resultados de las encuestas sobre aceptación,
seguimiento y fidelidad hacia un canal o hacia
un programa determinaron los destinos de las
inversiones publicitarias, y éstos a su vez motivaron
cambios en la programación por parte de
canales y programadores.
Paulatinamente, la opinión del televidente en
términos de aceptación o rechazo frente a la
propuesta de programación fue cobrando mayor
importancia dentro del mercado audiovisual
norteamericano, y se fue manifestando a través
de pronunciamientos hechos por ligas de consumidores.
En ocasiones, como ocurrió en 1963
tras el asesinato del presidente J. F. Kennedy,
el rechazo de un vasto sector de la audiencia
hacia los programas de contenido violento generó
como respuesta a su demanda la creación
de nuevas ofertas de contenidos, como series
fantásticas sobre hermosas y bondadosas brujas,
o historias referidas a divertidas familias de ultratumba,o seres venidos de otro planeta (Dominick,
2001). Tendencias temáticas que tarde
o temprano también fueron adoptadas, o adaptadas,
por la mayoría de las televisiones en Europa
y Latinoamérica.
Otra decisión tomada por las tres grandes cadenas
norteamericanas, como resultado de la presión
de ligas de consumidores, fue el establecimiento
en 1975 de la “hora familiar”, un espacio
de tiempo en el que los programas podían ser
vistos por toda la familia sin prevención ni advertencia
alguna. Asociaciones como Action for
Children´s Television y Citizens Communications
Center presionaron decisiones del Federal
Communications Committee (FCC) en torno
al establecimiento de franjas para clasificar los
contenidos de acuerdo con la naturaleza de su
mensaje (Dominick 2004).
Con los años, la segmentación de las audiencias
se tornó más compleja. La división entre géneros
y edades dio paso a una clasifi cación mucho
más específi ca. Los sondeos comenzaron a
incluir estado civil, rol familiar, condición socioeconómica,
dedicación laboral y académica
y nivel cultural; en algunos casos se incluyeron
variables psicográficas que permitieran determinar
hábitos de consumo y motivaciones por
cierto tipo de programas.
Pero durante los últimos veinte años la relación
entre televisión y teleaudiencia ha experimentado,
sin duda, los más fuertes cambios, como consecuencia
principalmente del crecimiento y la expansión
del sistema de televisión por suscripción
(cable-satélite) que ha multiplicado las ofertas de
programación y ha promovido la especialización
temática de los canales. En Latinoamérica, el
crecimiento y la penetración de estaciones de carácter
local, regional y comunitario durante este
periodo de tiempo ha sido otro factor que contribuye
a esta compleja relación.
Estudios y análisis recientes en la medición
cuantitativa y cualitativa de las audiencias subyacen
en la estrecha relación entre las estructuras
sociales y la acción y la respuesta particular
manifiesta por parte del individuo. Tres aspectos
fundamentales que toman en cuenta los nuevos
estudios son los siguientes:
1. La construcción de la audiencia, esto es, el
motivo y la razón que llevan a la audiencia
a constituirse como tal, frente a necesidades,
expectativas, hábitos e infl uencias de
orden social, económico y cultural.
2. Las implicaciones de esas construcciones.
Una vez definido un segmento específico
de audiencia, cómo ese segmento se diferencia
de otros, qué significa pertenecer a
un núcleo de consumo, qué tipo de comunidad
se constituye, y qué signifi cado entrega
esa comunidad al conjunto de lo social.
3. Propósitos de esas construcciones. Qué comportamiento
y qué respuesta generan esos
nuevos segmentos de audiencia. Cómo reacciona
frente a los contenidos y las ofertas,
cómo es aprovechado ese núcleo por parte
de los programadores, los realizadores y los
anunciantes.
Esta clasificación supone un escenario de permanente revisión y análisis que involucra intereses comerciales, políticos y culturales, lo cual hace cada vez más complejo el proceso de segmentación.
De segmentación a fragmentación
De segmentación pasamos a hablar de fragmentación
de las audiencias. Los últimos veinte
años de televisión han marcado una sobreoferta
de contenidos que ha determinado nuevas características
del mercado audiovisual. Para citar
un caso, en 1985 las tres grandes cadenas nacionales
de Estados Unidos capturaban el 69,3 por
ciento de la audiencia, mientras que en 2002 su
nivel de convocatoria fue, en promedio, sólo del
29 por ciento (Webster 2005).
La avalancha de nuevos canales, y su acceso cada
vez más fácil y económico, ha generado una propuesta
de programación hacia segmentos específicos de la población, facilitando de esta forma
el fenómeno de fragmentación. En Colombia,
según mediciones de Ibope, la evolución en el
porcentaje de share2 alcanzado por la televisión
por suscripción en los últimos tres años ha sido:
2004, 16,25%; 2005, 19,51%; 2006, 20,92%. En
noviembre de 2006, el porcentaje de share alcanzado
por la televisión de pago fue del 22,46
por ciento en el país.
Cuando hoy se discute entre las autoridades reguladoras
de telecomunicaciones sobre el sistema
de transmisión digital que reemplazará al
análogo, con su consecuente multiplicación tanto
de tecnología como de servicios, vivimos desde
finales del siglo pasado lo que Alvin Toffler
(1990) ha denominado “sociedad multicanal”,
con un sobrecrecimiento de compañías de medios
y de distribución que luchan por el mismo
objetivo: cautivar audiencias.
En este nuevo ambiente, la oferta televisiva de hoy se mueve bajo tres premisas fundamentales definidas por James Webster: primero, en general la programación es mucho más diversa, mucho menos homogénea. Segundo, la programación es más específica en sus contenidos con relación a la naturaleza del canal y su especialización temática, con el fin de cautivar un segmento determinado de la audiencia. Tercero, el ingreso de la televisión a los hogares es hoy mucho más diferencial, dependiendo de las posibilidades de acceso y la oferta de contenidos de cada sistema de programación. Estos escenarios desembocan, en consecuencia, en una fragmentación de la audiencia, cada vez menos concentrada y más repartida, con indicadores de rating que, con suerte, y cada vez en menos casos, logran alcanzar los dos dígitos.
¿Tanta fragmentación de la audiencia permitirá que existan televidentes para tanta oferta? Nielsen Research reveló en 2003 que, en promedio,en Estados Unidos se consumen alrededor de quince canales cuando la posibilidad de acceso en los hogares es de cien, mientras que 19 canales son vistos con regularidad cuando el acceso es de 200 canales.
La segmentación ha dado paso igualmente a una
fragmentación en cuanto a la consideración de
los públicos. Al tradicional referente de hogar,
como sitio preferido para ver televisión, se han
venido sumando últimamente otros lugares y
ambientes para la medición, tales como bares, restaurantes, almacenes, gimnasios, aeropuertos,
en fin, donde quiera que exista una pantalla
hoy existe una razón para medir su atención por
parte del espectador.
En esta nueva y compleja fragmentación del rating,
las propuestas de programación especializada
gravitan hoy sobre dos escenarios:
1. Tratamiento temático. Los canales optan
por ofrecer 24 horas de contenidos sobre
historia, animales, noticias, deportes, farándula,
música, cocina, clima, economía, etc.
2. Tratamiento demográfico. El enfoque de los
contenidos está dirigido hacia comunidades
específicas: hombres, mujeres, niños, adolescentes,
hispanos, afroamericanos, comunidades
religiosas, grupos ideológicos, etc.
En la televisión comercial, estos nuevos y complejos
escenarios tienen un impacto directo sobre
los intereses publicitarios. Nuevas clasificaciones
temáticas, demográfi cas y psicográficas han
llevado también la pauta hacia fragmentos específicos de la teleaudiencia, con el único objetivo
de asegurar el impacto del mensaje y la relación
directa entre los contenidos y la publicidad.
En Colombia, la televisión comercial aún está
regida por el predominio de canales de programación
variada y dirigida a todos los públicos y
segmentos. Sin embargo, la penetración del modelo
por suscripción ha posicionado los canales
temáticos, especialmente entre los jóvenes y
adolescentes, como se demuestra en la presente
investigación. Propuestas nacionales de canales
especializados, especialmente dedicados al desarrollo
de temáticas juveniles, han tenido una
interesante aceptación entre los públicos a los
cuales están dirigidos.
Método de investigación
El objetivo general de la investigación es determinar
los hábitos de consumo, establecer las
preferencias de contenidos y realizar una comparación
cualitativa entre las ofertas de televisión
colombiana y la de suscripción, de acuerdo
con las opiniones y los conceptos emitidos por
adolescentes entre 12 y 17 años de edad, de todos
los estratos socioeconómicos, quienes residen
y estudian en colegios de Bogotá.
Para responder a este objetivo se aplicó un método
de investigación mixto, con predominio
de orden cualitativo, con una tipología de orden
descriptivo. Algunas preguntas, en especial
las referidas a los hábitos y las preferencias de
consumo, fueron interpretadas, en razón de su
naturaleza, de un modo cuantitativo para descifrar
una tendencia, establecer una comparación
o encontrar una generalidad.
La investigación aplica un método mixto de orden
concurrente, de estatus dominante donde los
aspectos cualitativos resultan ser más relevantes
que los cuantitativos, de acuerdo con la clasificación de los métodos mixtos según Johnson y
Onwuegbuzie (2004).
El centro de la investigación recayó sobre una
interpretación cualitativa de las variables de opinión
que fueron expresadas por los adolescentes
participantes en los grupos focales. Los procedimientos
empleados para la construcción de las
preguntas y su interpretación correspondieron
a la perspectiva metodológica de investigación
aplicada en ciencias sociales.
La estrategia de selección y muestreo es de carácter
no probabilístico. La población encuestada
en esta etapa de la investigación no constituye
una muestra representativa del universo
poblacional de estudiantes de secundaria en Bogotá.
La selección de los centros de educación
media donde se aplicaron las técnicas se basó en
dos condiciones esenciales: representatividad de
estrato socioeconómico y de ubicación geográfica. La selección de la muestra estuvo apoyada
por la clasificación de los centros educativos oficiales hecha por la Secretaría de Educación del
Distrito (SED). En segunda instancia se garantizó
la cobertura de instituciones de carácter tanto
público como privado.
Para cumplir con los propósitos del estudio se
emplearon dos técnicas de investigación. La encuesta
orientada, en cuya aplicación los investigadores
se aseguraron de guiar el sentido y la
intención de cada pregunta. Se escogieron de
manera aleatoria grupos de entre 20 y 30 estudiantes
entre los grados sexto y once. La lista de
los colegios en esta cobertura fue la siguiente:
En segundo lugar se aplicaron grupos focales.
Sus integrantes respondieron primero la encuesta
orientada y luego, motivados por el tema de la
investigación, aceptaron la invitación para participar
en una conversación con los investigadores.
Participaron estudiantes de ambos sexos y
con edades entre los 12 y los 17 años. Todas sus
respuestas fueron registradas por una cámara de
video previo consentimiento del colegio y de los
estudiantes.
El diseño final de la encuesta tomó como referencia
la experiencia de la muestra de prueba,
que fue aplicada entre los meses de mayo y junio,
y en la que se detectaron aciertos y errores.
Igualmente, el método para la conducción de los
focus group tomó experiencias dejadas por la
reunión que se tuvo con públicos adolescentes,
juveniles y adultos, con motivo del encuentro
académico “Seminario Medios para Educar”,
realizado el miércoles 30 de mayo en las instalaciones
de la Universidad de La Sabana.
El estudio fue de carácter transversal. Las encuestas
y los grupos focales se realizaron durante
los meses de julio, agosto y septiembre. De
acuerdo con estadísticas de la firma Ibope, son éstos los meses del año en los que se registra
el mayor número de horas-promedio de consumo
televisivo por persona en Colombia. En
total participaron 488 estudiantes, de los cuales
fueron descartados 34 por presentar inconsistencias
o falta de coherencia en sus respuestas.
Manteniendo una reciprocidad con la densidad
poblacional y su estratifi cación socioeconómica
en la ciudad, se realizó la siguiente cobertura de
la muestra seleccionada:
Resultados de la investigación
La primera parte de los resultados buscó corroborar
indicadores analizados en estudios previos
sobre la penetración de la televisión de pago.
En consonancia con otros resultados, el 82 por
ciento manifestó tener acceso al servicio de televisión
por suscripción, mientras que 35 encuestados
que respondieron negativamente refirieron
dentro de sus preferencias de programas y canales
ofertas de carácter internacional. La posibilidad
del acceso a este tipo de televisión está dada
por el consumo en televisores diferentes al de
la casa, como el de un familiar, o un amigo. No
obstante, el hogar sigue siendo por excelencia el
lugar preferido para ver televisión con un 95 por
ciento de las respuestas.
Entre semana la franja horaria de mayor consumo
entre la población adolescente consultada
está en la noche (entre 7 y 10:30 p.m.), seguida
por la tarde y luego la mañana. Entre 2 y 3 horas
es el promedio diario de consumo más frecuentado
de lunes a viernes, en correspondencia
con las 2 horas y 53 minutos de televisión diaria
promedio por colombiano estimada por Ibope
en mayo de 2007 (ver gráfica 1).
En fi n de semana se mantiene la preferencia de la franja horaria nocturna y aumenta considerablemente el promedio de horas de consumo, con cinco horas o más por día (ver gráfica 2).
A los encuestados se les indagó igualmente por
la cantidad de horas del día dedicadas a consumir
televisión tanto nacional como internacional.
Entre semana, como en fin de semana, se
evidencia la mayor cantidad de tiempo dedicado
al consumo de programas ofrecidos por la televisión de suscripción, y este indicador se confirma más adelante cuando se les consultan sus
preferencias tanto de programas como de canales
(ver gráficas 3, 4, 5 y 6).
Preferencias de consumo
En los resultados consolidados, el 71 por ciento de los estudiantes consultados escogió el entretenimiento como primera opción de preferencia de contenidos, frente a un 29 por ciento que se inclina más por contenidos de carácter informativo. Tomando como referencia el modelo propuesto por Gustavo Orza (2002) para la clasificación de programas de televisión, que toma en cuenta los análisis de contenido, textual y de enunciado, y que permite distinguir entre discursos de realidad y discursos de ficción, se ofrece la siguiente clasificación de preferencias de programas, de acuerdo con la categoría de información (televisión referencial) y la categoría de ficción y entretenimiento (televisión no referencial) (ver gráficas 7 y 8).
En cuanto a televisión informativa, frente a la baja preferencia de consumo referida a noticieros y programas de opinión, conviene citar algunos comentarios hechos por los estudiantes durante las sesiones de grupos focales:
“Los noticieros son importantes para todos, pero
son muy amarillos, muy superfi ciales y eso no
es calidad”.
“En los noticieros la información que se da es
muy por encima (sic), muy corta, es precisa pero
no profundiza”.
“Los mejores programas los pasan a horarios
que nadie ve. Los de opinión van entre las 10 y
las 12 de la noche y muy poca gente ve eso”.
En los programas informativos sobre deportes,
farándula y temas de actualidad, que son sus
preferidos, los estudiantes resaltaron la calidad
de la producción, la cobertura y la profundidad
en los tratamientos. En estos géneros se evidencia
la influencia que tienen sobre ellos los
programas emitidos en canales internacionales.
Algunos comentarios:
“Hay canales internacionales que toman personajes
que han marcado la historia. Documentales
como el de Osama Bin Laden. […] Esos
programas llaman la atención”.
“El tipo de documentales que pasan en Señal
Colombia son muy monótonos, para una persona
joven se necesitan más recursos didácticos,
que uno pueda entender mejor y aprender, no
una persona hablando todo el tiempo y pasando
imágenes, eso es monótono y no interesa”.
En cuanto a las preferencias de televisión no referencial
(ficción y entretenimiento), se destaca
la baja aceptación que tiene el formato reality,
comparado con los resultados de estudios similares
cuando este tipo de programa había conquistado
un lugar importante en la franja prime
time de la televisión colombiana. Ninguno de
los estudiantes participantes en los grupos focales
resaltó aspectos positivos del género. Se
destacan a continuación algunos comentarios de
orden crítico:
“Los realities se aprovechan de la ingenuidad
de las personas, de sus sueños” (…) “Los realities
tienen un doble sentido” (…) “Utilizan a las
personas para conseguir rating” (…) “Hieren el
sentimiento de las personas y buscan personas
con autoestima baja”.
Programas y canales favoritos
Uno de los objetivos de la investigación consiste
en determinar cuáles son los programas de televisión
y los canales favoritos entre los adolescentes
consultados, teniendo en cuenta toda la
oferta televisiva a la que tienen acceso. Se les
interrogó por sus cinco preferencias en cada una
de las clasificaciones (informativa y de entretenimiento),
con el fin de corroborar un fenómeno
de fragmentación de audiencias, en un ambiente
caracterizado por la sobreoferta televisiva.
En la pregunta relacionada con programas favoritos,
un total de 142 nombres de espacios recibieron
algún grado de favorabilidad entre el público, mientras que en la pregunta referida a
los cinco canales preferidos, 52 frecuencias diferentes
integraron la lista de preferencias. Las
preguntas también fueron aplicadas a aquellos
estudiantes que manifestaron no tener servicio
de suscripción en sus casas.
Con relación a las preferencias de programas, entre los 16 primeros figuran contenidos referidos a televisión de ficción y entretenimiento, mientras que el primer programa de carácter informativo (referencial) es el espacio para la transmisión del fútbol profesional colombiano en el puesto 17, seguido por los formatos de carácter híbrido Animales al extremo de Animal Planet, especiales de Discovery Channel y Miami Ink del canal People and Arts. Entre los 20 primeros programas de predilección únicamente figuran como producción colombiana las novelas, mientras que Los Simpsons ocupa el primer lugar y es visto en dos canales diferentes, Caracol y FOX. Los resultados tienen correspondencia con el 55 por ciento de los encuestados que prefieren ver televisión internacional (ver gráfica 9)
En cuanto a canales, los privados Caracol y RCN son los únicos nacionales de programación variada entre los primeros 14 preferidos por los estudiantes consultados; City TV ocupa el lugar 15. Se destaca el sexto puesto ocupado por el temático Canal 13, que basa su contenido en la presentación de videos musicales y en programas destinados a desarrollar temáticas para jóvenes y adolescentes. La penetración de canales por suscripción es evidente en esta pregunta. Sólo cinco canales colombianos, Caracol (1), RCN (5), Canal 13 (6), City TV (15) y Señal Colombia (18) están entre los primeros 20 preferidos. El resultado tiene correspondencia con el 63 por ciento de los encuestados que prefiere ver canales internacionales (ver gráfica 10).
Calidad y originalidad de la televisión colombiana
El 55 por ciento de los estudiantes consultados
consideró que la televisión colombiana es de
calidad, comparada con la oferta internacional.
Uno de los objetivos principales en la aplicación
de los grupos focales consistió en conocer precisamente
el criterio de los adolescentes frente
al concepto de calidad. A continuación, algunas
respuestas que contextualizan la tendencia expresada
por los estudiantes a favor:
“La calidad de la televisión colombiana no es
mejor que la internacional, pero es interesante
para los colombianos, sobre todo en novelas, algunas
son interesantes y divertidas de ver”.
“La televisión colombiana es de calidad porque
nos representa. En entretenimiento pasan novelas,
humor, tenemos informativos que están pendientes
de lo que pasa en los noticieros”.
“Yo destaco sobre todo las novelas, son buenas,
por las temáticas, por los actores que son buenos,
tienen drama, suspenso, acción”.
Cuando se preguntó por originalidad y variedad
en la programación, en los grupos focales surgieron
críticas a los canales colombianos, especialmente
los de carácter privado, sin menosprecio
de la calidad en la producción y la realización.
Algunos comentarios que resumen la tendencia
de los estudiantes frente a este aspecto son:
“El problema de la televisión colombiana es que
a veces es muy aburrida porque sólo presentan
novelas y siempre son iguales, pasa lo mismo,
no hay nada nuevo, también hay repetición de
programas y novelas que cambian de horario”.
“La sociedad evoluciona y queremos igualarnos
a otros países porque vemos un reality en
otro país y nos parece llamativo. Pero hacer lo
mismo en un canal colombiano nos va a parecer
absurdo. Porque ya lo vimos en otra parte y allá
sí funcionaba, como ese reality de los trabajadores,
El Aprendiz, que aquí lo quisieron hacer y
no fue lo mismo”.
“En las tardes sólo pasan novelas extranjeras,
casi todas de México, en Colombia sabemos
cómo halagar al extranjero pero no destacamos
lo bueno de Colombia”.“Por las tardes RCN y Caracol no pasan dibujos
animados y a esa hora llegan los niños, por eso les
llama la atención los canales internacionales”.
“Lo que pasa es que las mamás ven novelas y
ellas influyen en lo que uno ve, por eso uno termina
interesado por la novela, o tienen que verla
los que no tienen parabólica. En Caracol y RCN
hay mucha influencia de los papás. (…) Y uno
termina metiéndose mucho en la trama”.
“Para mi mamá son sus novelas y sus programas
de cocina, mi papá sus noticieros y sus novelas.
En cambio los hermanos vemos más canales dedicados
a los niños y los jóvenes, porque tienen
programación más variada como canales de música
y para ver otro tipo de cosas”.
“Siempre pasan la misma novela, el mismo
reality, uno quiere siempre ver algo diferente.
Algunos programas tienen que ver con la vida
de uno, pero son pocos. Los canales extranjeros
piensan más en los jóvenes. A los canales les da
miedo experimentar algo nuevo. Pero deberían
inventar sin copiar, el problema es que les da
miedo no ser aceptados”.
“Algunas novelas son buenas pero en la tarde
son malas, deberían pasar mejor series que dejen
algo, Francisco el Matemático, por ejemplo,
solo reflejaba un sector de la sociedad. Ahora
prefieren pasar la maldad (sic). Que el amante,
el esposo, la mala, deberían cambiar eso, al final
siempre es lo mismo”.
“Los canales nacionales ahora están repitiendo
mucho de los internacionales. Queremos más
originalidad y no programas traídos de otros
países que nada que ver”.
“El problema de las novelas es que se basan en una sola idea. No innovan. Uno ya sabe cuál va a ser el final de la novela desde que comienza”.
“Los canales no saben distribuir bien sus programas.
Hay programas en franjas de las 9 de la
noche que dice aptos para mayores de 18 años,
pero tipo once de la noche ya están presentando
programas aptos para mayores de doce años.
Entonces es una mezcla toda rara”.
“En la televisión colombiana no hay ideas así
como en Discovery, aquí solo novelas y cosas
bien absurdas que no van con los niños. Debería
haber más canales infantiles porque ahora los
niños se la pasan viendo muñequitos”.
Detrás de la identidad y la utilidad
El 71 por ciento de los estudiantes consultados consideró que la televisión colombiana refleja una identidad nacional. En los grupos focales se indagó más por el concepto de identidad nacional y por la utilidad que para los consultados tienen los programas que se ofrecen como reflejo de su propia realidad.
Aquí algunas reflexiones:“Hay programas como padres e hijos que nos
ayudan a comprender las cosas como son, por
ejemplo”.
“El Canal 13 produce por ejemplo programas
dedicados solo al talento colombiano, hechos
por colombianos, a mí me gusta verlos mucho”.
“Un programa como Sábados Felices es llamativo,
siempre tratan que los chistes sean chistosos,
que sean distintos, y reflejan a los colombianos,
eso refleja a la teleaudiencia”.
“La televisión colombiana tiene sus partes malas
y sus partes buenas. Las buenas son mayoritarias
como City TV que tiene Mujeres en línea
o El ABC del bebé, que van enseñando a la gente
cómo tratar bien a sus bebés o a las mujeres
cómo sobresalir en la vida, mejor dicho”.
Finalmente, en los grupos focales se indagó por
la utilidad que la televisión colombiana tiene
para los adolescentes, comparada con los mensajes
de la televisión por suscripción. Así mismo,
la apropiación que los televidentes hacen
de esos mensajes y la manera como interpretan
la televisión desde una visión formadora y de
contribución a su desarrollo personal, afectivo e
intelectual. En este aspecto fue unánime en todos
los estratos el reclamo a la televisión colombiana
para la producción de espacios y formatos
pensados para jóvenes y adolescentes. Aquí algunos
comentarios de los entrevistados:
“A mí me dejó de gustar la televisión nacional.
Uno crece y descubre que la televisión no es
como la pintan. Lo que más me estresa son los
realities y las novelas que son prototipos de personas
inventadas, pero el ser humano tiene más
para dar y para explotar”.
“La televisión llega a mucha gente, pero en los
canales privados no hay nada con lo que puedas
crecer como persona. […] Es cierto que en Colombia
hay más canales, pero uno no los ve porque
son aburridos, monótonos, que si se van a dedicar
a hablar de fauna y flora pues la gente no va
a cambiar su reality show. […] Se necesita que
haya más publicidad (promoción) de los demás
canales para que la gente vea con otra cara”.
“La televisión colombiana debería buscar más cosas
para jóvenes, más que solo novelas y videos
musicales. Algo que realmente te permita expresarte.
La televisión internacional es más cultural,
más de investigación, más de aprendizaje, a mí
por ejemplo me gustan mucho los programas de
medicina de Discovery Home and Health”.
“Dentro de los canales nacionales los jóvenes no
encuentran el sentido común o el gusto que ellos
encuentran con los extranjeros. Canal 13 tiene
un programa, El Cuaderno, pero no es suficiente
para que nos interesemos”.
“Yo también pienso que los programas no dejan
la suficiente educación para nosotros y tras
de que no la dejan nosotros no asimilamos eso,
sino que nos queremos parecer a los personajes
de las novelas o a los muñequitos. Ahora casi
todos los niños quieren ser Gokú, o quieren ser
Bart Simpson, o quieren ser los malos de la historia,
y muchas veces tras de que no dejan información
los programas y nosotros mismos no
nos ayudamos a que esos programas nos dejen
algo educativo”.
“La televisión en Colombia se ha preocupado
mucho es por ganar audiencia y no se ha preocupado
más que todo por el televidente, porque está buscando siempre es ganar plata y ganar
plata, que con novelas y todo. […] Son más los
mensajes malos que vienen en las novelas, incitan
más a la violencia pero solo el mensaje
bueno siempre al fi nal, pero el resto con lo
que se quedó la gente es que cómo se pelearon,
que cómo se dieron duro allá, que cómo trataban
al otro, lo malo siempre se va a quedar más en la
mente del televidente que las cosas buenas”.
Esta fue la única pregunta en la que se evidenció
un criterio particular por parte de estudiantes
pertenecientes a estratos socioeconómicos altos,
para quienes la televisión colombiana de orden
comercial diseña estrategias de posicionamiento
mucho más dirigidas a los sectores populares.
“El consumo depende del estrato social. Muchas personas que son muy de barrio siempre hablan de la novela de la noche anterior, o del reality, o de la que se desnudó. No tienen un concepto de cultura válido para ver televisión. Los canales privados buscan atraer al pueblo, llenar plazas, pueblos, centros comerciales, todo por ganarse un premio”.
“O hay programas que van a visitar una casa, y
tiene que estar el televisor sintonizado en ese canal
y entonces les dan premios. […] Y siempre
van a barrios, como el barrio más rebuscado…”
“O programas de bromas como También caerás. […] No creo que a uno le lleguen a hacer una broma para sacarlo en televisión y uno se vaya a prestar para eso. Ellos buscan es a esa gente y van a centros comerciales populares, no van a montar sus espectáculos por acá [en sectores del norte de la ciudad]…”
Conclusiones
La penetración de la televisión por suscripción entre los adolescentes estudiantes de colegios en Bogotá no sólo es evidente en términos cuantitativos. Ejerce en ellos, además, una gran influencia para determinar patrones de calidad y para tener unas expectativas de consumo cada vez más favorables hacia ofertas de carácter temático y demográfico.
Aunque Caracol y RCN mantienen lugares de privilegio
entre las opciones preferidas de los adolescentes
televidentes bogotanos, es claro que ya no
sostienen entre ellos el monopolio del rating que
todavía pueden ostentar frente a públicos de otras
edades, o en regiones del país donde el acceso a
la oferta de televisión internacional aún es limitado.
El 67 por ciento de los encuestados consideró
que en un futuro cercano (de 3 a 5 años) estará
viendo más televisión internacional.
El fenómeno de fragmentación de audiencias se
evidencia a lo largo de esta investigación. Los
grandes indicadores de sintonía frente a un número
reducido de ofertas han dado paso a todo
un espectro de posibilidades, donde las mejor
favorecidas corresponden a programas y enfoques
que atraen a un público específico, en este
caso los adolescentes.
La novela es el género producido en Colombia
de mayor recordación, preferencia y consideración entre los adolescentes. Con todo y sus críticas,
observaciones y recomendaciones, mantiene
un lugar preponderante como referente de
calidad, variedad y riqueza narrativa.
Ciertamente, existe un criterio de consumo televisivo
entre los adolescentes bogotanos. Reclaman
calidad sobre la base de unos preceptos
ajustados a las dinámicas propias del medio. Sin
distingo de clase social o económica esperan de
la televisión una retroalimentación más acorde
con sus necesidades y expectativas. Serán ellos
los consumidores adultos del mañana. Grandes
y nuevos retos se asoman entonces para la televisión
que se sigue produciendo y transmitiendo
en Colombia bajo parámetros tradicionales tanto
de mercado como de tendencias narrativas y
construcciones de parrillas de programación. El
reto ahora es mayor, cuando se viene la definición
del estándar de televisión digital que entrará
a funcionar en el país en los próximos años,
y la inminente aparición de, por lo menos, un
nuevo canal privado de cobertura nacional.
2 El share corresponde a la participación porcentual de televisores encendidos, del total de la muestra, que reportan sintonía sobre un canal o sobre un programa específico. El share se agregó como medida más precisa de participación de la audicencia en relación con la tradicional media del punto rating.
Referencias Callejo, J. (2001). Investigar las audiencias.
Buenos Aires: Paidós. Comisión Nacional de Televisión (2007). Estudio General de Medios (EGM). Módulo de televisión. Primera ola, 2007-I. Asociación Colombiana para la Investigación de Medios (ACIM). Comisión Nacional de Televisión (2006). Anuario
estadístico de la televisión en Colombia.
Módulo de Televisión. Encuesta Continua de
Hogares DANE. Oficina de Planeación. González, M. y Prieto del Pino, M. (2006). La
televisión que viene como medio publicitario.
Revista Harvard Deusto Marketing y Ventas,
77, nov.-dic. |